Entrevista (Roy/Light)

Tomé la carta que yo mismo había dejado sobre la mesa luego de que el mesero me la entregara. Leí las diferentes opciones, y me decidí finalmente por una bebida. Le hice una seña al mesero, el cual se acercó inmediatamente a mí. Tendí la carta frente a él y señalé una de las bebidas.

- Quisiera un vaso de Whisky -le señalé al tiempo que le entregaba la carta.

El mesero se retiró dejandome sólo de nuevo. Miré nuevamente la hora en mi reloj. Había reservado aquel lugar en el restaurante con un único fin. Entrevistar a Yagami Light, el hijo de Yagami Soichiro.

Hace algunos años atrás, un asesino en serie provocó terror en la ciudad. Elegía a sus victimas practicamente al azar, con una sola cosa en común: todos eran varones menores de 10 años. Fue el mismo Soihiro, policía destacado, quien lo arrestó luego de que el asesino, Walter Sullivan, intentara secuestrar a su hijo.

Llegué más tempranp de lo acordado a aquel restaurant. Sabía, aunque no lo conociera, que Light era una persona puntual que detestaba los retrasos por lo que confíaba que no tardaría en llegar. Asi que me relajé un poco y esperé.

Era casi increíble.
Iba caminando a paso despreocupado con mi maletín bajo el brazo, recién dejando la universidad después de otro día aburrido y monótono.
El estilo elegante de siempre, la cara de póquer que acostumbré a llevar desde niño.
No seria nada fuera de lo común si no fuese por que no iba dirigiendo mis pasos hacia mi departamento, si no por que me dirigía a un centro de sociedad.

Eso significaba más gente y menos libros. Incomodo, por que me era mas que suficiente con la universidad.

Lo mas interesante de la situación es que le habia dicho si a una invitación de un desconocido. ¿Por qué? Por que consideraba que mi vida dejaría de ser tan aburrida si tuviese más amistades que admiradores. Y si quería conseguir amistades tenia que abandonar mi naturaleza ermitaña.
Por otra parte este sujeto que me habia citado me habia mencionado por el teléfono una entrevista. Sospeche que podría ser alguno de los muchachos de la carrera de Comunicacion, a los cuales podrían haberles dado como proyecto de semestre realizar entrevistas a estudiantes destacados de otras ramas. De esa parte estoy más que acostumbrado a ser el número uno, y no me sorprendería ser la primera opción a tomar para más de un solo alumno.

Era un restaurante al aire libre. Pase por debajo de un arco simple que alojaba un pequeño cartel que anunciaba el nombre del negocio, y me encontré encima de un suelo embaldosado en gris, con mesas y sillas acomodadas encima ya acogiendo a algunas personas que se disponían a almorzar. Acompañados del aire fresco de verano y el sol tenue que habia aparecido esa mañana.
Di una rápida mirada por el lugar hasta que encontré al sujeto en cuestión. Me habia mencionado que iría vestido de azul. Y vaya que lo habia cumplido
Fruncí un poco el entrecejo casi arrepintiéndome de haber asistido. Antes de empezar la cuestión ya me habia parecido tediosa.
Suspire, y me acerque a la mesa. Hice una reverencia antes de ofrecerle la mano para saludarle.

-Buenas Tardes.-Pronuncie con la frente en alto, inspeccionando en la mirada oscura del sujeto, tratando de leerle el alma en los ojos.

A penas dejaba la copa de Whisky que el mozo me había traido, sobre la mesa, cuando escuché la voz de Yagami. Mis ojos viraron para ver los suyos por un instante, antes de cerrarlos y soltar una sonrisa claramente arrogante. Estaba frente a él, que no era nada parecido a lo que por alguna razón me habría imaginado. A decir verdad no estoy seguro de qué era lo que me imaginaba, pero este muchacho parecia ser un chico más, claro, alguien disiplinado pero normal a fin de cuentas.

Me puse de pie y le tendí la mano educadamente.

- Yagami-san, gracias por venir -apreté su mano firmemente-. Soy Roy Mustang, mucho gusto -me presente y pocos segundos despues solté su mano-. Tome asiento, porfavor -lo invité sentandome tambien.

No podía dejar de mirarlo. Nunca conocí personalemente a su padre pero despues detanto ivestigar a cerca de él, se me había quedado su rostro en la memoria. Él era como una versión más joven de él, bueno, fisicamente porque si de algo estaba seguro era que no podría suplantar la prioridad que su padre tenía para mi y mi trabajo.

Tomé mi copa nuevamente y le di un trago más al ardiente alcohol.

- ¿Deseas tomar algo? -pregunté al tiempo qe alzaba la mano para llamar al mesero.

-Solo agua, por favor.- Dije, entrecruzando mis dedos sobre el mantel color marfil. Manteniéndole la mirada sin ningún afán de titubear.- Roy Mustang…Imagino que puedo decirle Mustang-san, si no le molesta.- Sonreí levemente, ladeando un poco la cabeza ante el silencio del moreno que se sentaba delante mío.

Tome entre mis dedos una servilleta y comencé a juguetear con ella, sin realmente mucho que decir ante aquel silencio incomodo.
Aun tenía en mente la incógnita, esa que se preguntaba para que me hubiera llamado a almorzar en aquel restaurante aquel sujeto. Y Light Yagami nunca se queda con dudas.

-¿Entonces, me citó solo para mirarme o hay algún motivo en especial?

Lo dije con una voz sutil, con una sonrisa carismática para camuflar la mordacidad que expresaba la pregunta. Casi haciendola sonar como una acusación juguetona.

Detecté cierto cinismo en su voz, lo que me causó un poco de gracia. Al menos no iba a aburrirme tanto con éste chico. Sostenía la copa en mi mano y la meneaba suavemente, sosteniendo su mirada retadora con una que rayaba en el egocentrismo.

¿Por qué lo dice Yagami-san? ¿Hay algo suyo que deba ver con atención? Si es así no me di cuenta, lo siento -respondí con una amabilidad doblemente intencionada. Di un sorbo más a mi bebida antes de regresarla su lugar sobre la mesa-. Pero claro que le he citado por un asunto importante para mí.

Esperé un par de segundos antes de hablar, llevé una de mis manos bajo el mentón buscando las palabras para expresarme. No cualquier persona está plenamente dispuesta a hablar sobre su padre fallecido.

- La verdad es que estoy muy interesado en la historia de Yagami Soihiro -dibujé una tenue sonrisa en mi rostro, está vez una más cuidadosa y menos agresiva-. Me gustaría hacerte un par de preguntas sobre él.

-Soy una persona ocupada, Mustang-san. A mi parecer eso es algo interesante para ver, ver con ‘atención’ y un gusto para usted poder contar con mi compañía. Creo que es algo que se nota a simple vista…Pero no se preocupe, no fue una acusación. Y aun así estoy más que acostumbrado a llamar la atención, no me causa ninguna molestia ser el objeto de análisis de su mirada. -Use todo mi carisma en una sonrisa de cortesía fantasiosa mientras entrecruzaba mis manos otra vez sobre el mantel, dejando una perfecta flor de papel hecha con la servilleta justo delante mío.-¿De qué asunto podría tratarse?

Mi ego toca el cielo. El ego de este sujeto casi alcanza al mío.
Que interesante.

-¿Huh?.-Incliné el cuerpo hacia atrás pintando una expresión de sorpresa infantil en mi rostro. No era tan normal en mí perder el control de mis emociones, pero el asunto me había tomado por sorpresa. La rapidez en la que la expresión cambió de mi cara casi podría confundirse con un severo caso de bipolaridad-…¿Preguntas sobre mi padre?

No, pero que estúpido. Eso había dicho y yo lo había escuchado perfectamente.

-Perdón, entendí perfectamente. Pero..quiero decir…es mas, pregunto y estoy en todo el derecho de saber, ¿Por qué?

Suspiré al escuchar aquella respuesta un poco acelerada por su parte. ¿Así que había logrado exaltarlo? No había sido mi intención pero resultaba algo cómico, sobre todo por su aparente indiferecia, el la cual podía notar un poco de incomodidad. No esperaba que se halagara a sí mismo de esa manera un poco desesperada.

- Francamente, Yagami-san, su ego me parece poco ingenioso para ser tan grande -solté una sonrisa que casi podría tomarse por bien intencionada-. Pero como le he dicho ya, agradezco su tiempo. -regresé mi mirada al menú del restaurant.

Jamás se me había dado andar con rodeos, anque debía admitir que me agradaba aquella interacción sárcastica entre esa persona y yo.

- Sería descotés de mi parte no darle mis razones -devolví mi mirada a los ojos claros de Yagami-. Resulta que llevo un tiempo en una investigación sobre un asesino en serie -pronuncie estás palabras con más tacto-. Seguro le resultará familiar: Walter Sullivan -me detve un par de segundos antes de volver a hablar con cautela, pero con la misma firmeza-. Su padre fue una pieza importante en ésta historia.

El camarero se acercó preguntando si habíamos decidido ya lo que pediríamos. No creo que hubiese podido llegar en un instante más inoportuno. Señalé uno de los platillos de la carta.

- Ravioles rellenos, por favor -miré inquisitivo a mi invitado-. ¿Yagami-san?

-Así que eso piensa de mi ego?.- Le dije, con la voz calmada y pausada de siempre entremezclándose con una risita casi graciosa.- Tristemente no creo que a el vaya a importarle, así que no creo que sea necesario que yo le transmita su mensaje.

Y si, habia mencionado a mi ego como un ente ajeno por que era algo que estaba fuera de mi mismo, que me pasaba a llevar. Gajes de la Psicología, supongo.

Volví a tomar la flor de origami amateur entre mis manos y me dispuse a deshacerla, escuchando todo lo que el moreno tenia que decirme.

-Walter Sullivan…si, bastante familiar a decir verdad.- Dije desganado, ya con un ligero bajo emocional en la voz.- Si no mal recuerdo salio de prisión hace un par de años gracias a unos arreglos económicos.- Y era cuando mi sangre adolescente bullía dentro de mis venas tensas, temeraria y caudalosa. Egoísta, deseosa de respuestas, de venganza. De cambiar el mundo.

Deje la servilleta ya lisa después de destrozar la arquitectura de los pliegues de papel, junto al florero.

-La justicia no es más que una mercancía pública y el caballero que preside el tribunal ratifica las transacciones.- Rescaté esa frase de la oratoria de uno de mis catedraticos, lanzándola al aire como si hablase conmigo mismo.- Y si uno no realiza las transacciones en el momento indicado, pierde. Las oportunidades están al alcance de quien pueda comprarlas, a nadie le importa que sea justo o no…

Casi sonaba como una melancolía musical.

Como aquel monologo del niño que escapa de la burbuja y en vez de caer sobre una nube de dulce, termina estrellado en un espinal, y cada espina clavada en su piel es una verdad a la cual le habían cegado desde pequeño.
Pero yo ya caí, hace mucho tiempo. Ya me atravesaron todas las espinas y zurcieron en mi piel jugando el papel de agujas, bordando en mi con el hilo de la decepción desde el primer hasta el ultimo de mis sueños rotos. Una melancolía que deseaba convertirse en ironía.

Era duro tener que lidiar con ese recuerdo. Ironicamente la carrera que habia escogido se encargaba de recordarme el asunto dia a dia, pero nunca tan explicitamente como aquel hombre lo estaba haciendo.

Quizas seria por eso que me estaba exponiendo tan facilmente.

-Mi papá cumplió con su trabajo desde el primer momento en el que juró a la bandera, y besó la Biblia. Le dedico el tiempo, el esfuerzo, y le regalo la vida a su vocación y si, fue el heroe del cuento…¿pero eso de que sirve, Mustang-san? Le regalo la vida a una justicia que nunca ha existido...¿y a quien le importa?
Volví a fijar mis ojos claros en los ojos ónices de el.

Debe ser interesante apreciar cuando la miel demasiado dulce se funde en el humo demasiado denso.

-Perdió el tiempo, mi padre, quiero decir.-afirmé tomando entre mis manos la carta y ordenando una ensalada cesar.